Unión europea, ¿inclusión u amontonamiento? El dilema del crecimiento y el liderazgo en el siglo XXI

 


Introducción 

Durante décadas, la Unión Europea ha sido el modelo por excelencia de integración regional: paz prolongada, movilidad ciudadana, moneda común y una arquitectura institucional compleja que, en teoría, garantiza bienestar, crecimiento e igualdad.

Sin embargo, la guerra en Ucrania ha revelado los límites estructurales de Europa como potencia global, mostrando su dependencia estratégica, económica y militar de Estados Unidos.

¿Han sacrificado los países europeos su autonomía a cambio del crecimiento? ¿Europa crece junta o simplemente está amontonada?

Para poder responder de manera precisa a estas preguntas, haremos un análisis tectológico. Entendemos al continente como una estructura compleja con múltiples relaciones.

Diagnóstico actual de la Unión Europea 

Lo primero que debemos entender es que la paz no equivale al crecimiento ilimitado. Es decir, el Plan Marshall, la creación de los Estados de bienestar y la integración económica a través del euro impulsaron un período de fuerte crecimiento. Pero, desde el año 2000, los indicadores ya no resultan tan optimistas: el crecimiento económico es bajo, las desigualdades internas entre países han aumentado, la población envejece, existe una alta dependencia energética externa y se observa un proceso de desindustrialización en algunos países.

También debemos entender que la paz europea, entre comillas, fue pasiva y subsidiaria, ya que hubo participación en los conflictos de Irak y Afganistán, acompañando a Estados Unidos. Pero la guerra contra el terrorismo no constituyó un proyecto geopolítico autónomo, sino que se delegó la estrategia defensiva en la OTAN, centrada en la visión de Estados Unidos como gendarme y justiciero del mundo.

Por último, esta etapa de paz y crecimiento fue, en sí misma, dependiente de la energía exportada por Rusia, la tecnología extranjera y la economía de las triadas de potencias mundiales: Francia, Alemania y Gran Bretaña antes del Brexit.

Ese famoso triángulo de poder que se enseñaba en las escuelas sobre cómo estaba conformado el Primer Mundo ya no existe. Japón ya no es la primera potencia de Asia, Europa crece muy lentamente, y Estados Unidos está adoptando una postura dilatoria. Si esto continúa, Europa quedaría a la intemperie, ya que la Unión Europea no tiene capacidad autónoma para sostener su seguridad sin el respaldo de Estados Unidos.

La metáfora del avión 

Para poder entender la realidad de la Unión Europea, usaremos la metáfora del avión. Si pensamos en Europa como un avión, sus motores principales son Alemania, Francia y, en su momento, el Reino Unido. Estos motores impulsan la hélice del bienestar y el crecimiento. Pero si los motores periféricos —Italia, Grecia, Portugal y los países del Este— no generan fuerza suficiente, la hélice pierde potencia y la velocidad del avión, es decir, la integración real, disminuye.

El siguiente cuadro muestra información de 10 países,  para que se pueda apreciar, el porqué de dicha afirmación. 


Notas:

● Los valores de PBI per cápita están expresados en dólares estadounidenses y corresponden a estimaciones para 2024.

● El crecimiento del PBI se refiere al porcentaje de aumento respecto al año anterior.

● El gasto militar y social se expresa como porcentaje del PBI.

● La población migrante incluye tanto a ciudadanos de otros países de la UE como a ciudadanos de países no pertenecientes a la UE.

El Brexit trajo más tensiones internas, y no está claro qué tan dispuestos están los países que más aportan al bienestar a seguir subsidiando la crisis de las otras naciones. Esta diferencia de PBI entre países como Francia, Alemania y Países Bajos, y otros como Bulgaria, Rumania y Grecia —que puede llegar a ser casi del doble— revela que esta dependencia de los países con sistemas económicos robustos no constituye una inclusión entendida como desarrollo integral, sino un amontonamiento.

Sumar Estados sin lograr una armonización económico-social real es, en sí misma, una especie de falacia.

La paz subsidiada de Europa trajo consigo bienestar, pero a costa de una progresiva desmilitarización y una fuerte dependencia de Estados Unidos en términos de defensa y tecnología.

Sin embargo, el conflicto con Ucrania y la retirada de fondos por parte de Estados Unidos obligan a Europa a redirigir recursos hacia la defensa.

Un mayor gasto militar implica un menor gasto social en áreas como salud, educación y pensiones, más aún considerando que los europeos manejan otro concepto de bienestar, uno que sustenta la cohesión social de la Unión Europea.

Para un europeo, crecimiento y bienestar son sinónimos: ambos son concebidos a largo plazo, sostenibles, y basados en servicios públicos eficientes y derechos laborales sólidos.

Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea, afirmaba que Europa no es solo una coalición de mercados, sino también un espacio de valores compartidos y de solidaridad.

Esa cohesión social europea, que limita las autonomías nacionales, impuso normas comunes a realidades distintas, permitiendo que las migraciones —combatidas pero necesarias, ante el envejecimiento de la población nativa— generaran un equilibrio que hoy se muestra frágil frente a las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Mario Draghi, en un informe encargado por la Unión Europea, señaló la urgencia de transformar el modelo europeo frente a los desafíos actuales: 

"La UE debe redefinir su modelo social, fortaleciendo políticas que aseguren cohesión y estabilidad, manteniendo los valores del modelo social europeo." 

La paradoja de la mudanza

Pensemos en la siguiente paradoja: Europa necesita migrantes para sostener su población y su economía, pero, aun con su nivel de bienestar económico, no logra integrar plenamente a algunas de estas poblaciones, lo que genera tensiones culturales y favorece el avance de discursos xenófobos.

Sin los migrantes, la economía europea estaría en serios problemas, pero lo que mantiene el orden es ese bienestar que cohesiona y evita un estallido social.

¿Qué pasaría si, debido al aumento del gasto militar, se pierde parte de ese bienestar, que además depende del rendimiento de algunas economías, no de todas dentro de Europa?

Podemos decir que la guerra en Ucrania, la postura de Estados Unidos, las nuevas tecnologías, las economías emergentes —Rusia, China, Brasil, India, México y Corea del Sur— han puesto en evidencia que Europa construyó su modelo de bienestar sobre una base de acumulación histórica, pero que hoy muestra los primeros síntomas de agotamiento frente a límites geopolíticos, culturales y demográficos.

La paz subsidiada de Europa generó bienestar, pero también dependencia, amontonamiento y fragilidad. Europa debe adoptar políticas que aporten cohesión en temas clave y fortalezcan el proyecto europeo en áreas como infraestructura, seguridad social y tecnología, o corre el riesgo de convertirse en una suma de partes sin sentido.

Sería como una mudanza en la que se embalan en una misma caja objetos sin relación entre sí.

Europa debe elegir entre ser un proyecto político con visión compartida o seguir siendo una alianza de conveniencia sostenida por hilos cada vez más frágiles. El tiempo de las decisiones postergadas se está agotando.


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Comentarios

  1. Muy buen material, fácil de relacionar, y conceptos estructurados.
    La verdad es que si, es necesario incluir verdaderamente más culturas, pero realmente estará España tan firme para que su cultura siga vigente sin mezclarse?

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  2. Gabriel Ignacio Contreras6 de mayo de 2025, 16:10

    "Europa debe elegir entre ser un proyecto político con visión compartida o seguir siendo una alianza de conveniencia sostenida por hilos cada vez más frágiles."...()

    Seguramente estamos frente a una década en la que el paradigma del bienestar europeo no va a ser nunca más el mismo.
    Muy buen artículo 👍

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