La Sabiduría es ATP, apta para todo público.

Escrito por Rubén Felix Galvano 


La sabiduría debe ser como una comida sencilla y nutritiva que todos puedan consumir. Debe ser fácil de digerir, pero al mismo tiempo permitir la profundización y la reflexión.

Las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento, como la zarza ardiente (Éxodo 3:2-4) o el viento apacible que sintió Elías (1 Reyes 19:11-12), y en el Nuevo Testamento, cuando Jesús caminó sobre las aguas (Mateo 14:25-27), son muestras de su poder, pero también son fáciles de comprender. En ellas podemos ver su grandeza y entender que Dios está detrás.

Del mismo modo, cuando Jesús enseñaba sus parábolas, lo hacía con un lenguaje claro y accesible. En arameo, muchas de ellas tenían rimas que facilitaban su memorización. Sin embargo, a pesar de su sencillez, contenían una gran profundidad de enseñanza:



El buen samaritano (Lucas 10:25-37): Un mensaje claro de amor al prójimo, sin necesidad de teorías complejas.

El hijo pródigo (Lucas 15:11-32): Explica la misericordia de Dios de manera simple, pero con una profundidad que sigue impactando a generaciones.



La sabiduría debe ser sencilla, pero no simple. Debe ser fácil de entender, pero con hondura.

El temor y el amor a Dios: el fundamento de la sabiduría. Su base es el amor, porque solo quienes aman a Dios lo respetan y temen ofenderlo.

Este temor no es miedo, sino reverencia, respeto y reconocimiento de la grandeza de Dios. Es el punto de partida para una vida sabia, pues nos hace conscientes de nuestra dependencia de Él y nos lleva a alejarnos del mal (Proverbios 8:13).

Si el temor de Dios es el principio, el amor a Dios es el camino que nos hace crecer en sabiduría. Jesús lo dejó claro en el mandamiento más importante:

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente." (Mateo 22:37)

La sabiduría es ATP: apta para todo público



Para explicar algo con claridad, se necesita verdadera comprensión.

Dios se reveló a los hombres en la persona de Jesús, quien vivió como uno de nosotros, experimentó lo humano y, con mansedumbre, amor, obediencia y fe, nos enseñó a relacionarnos con Dios en la sencillez de lo cotidiano.

El error humano: complicar lo que es simple

A diferencia de Dios, los hombres tendemos a enredar lo simple:

En la filosofía, muchos han intentado explicar la existencia y el propósito de la vida con teorías rebuscadas, mientras que Jesús lo resumió en:

"Ama a Dios y ama a tu prójimo" (Mateo 22:37-40).


C.S. Lewis decía:  "Si no puedes explicar algo de manera sencilla, probablemente no lo comprendes lo suficiente."

Blaise Pascal lo expresó así:

"Dios se ha puesto lo suficientemente cerca como para que lo encuentren quienes lo buscan, pero lo suficientemente escondido como para que lo ignoren quienes no lo desean."


Ejemplo: Matthew Fontaine Maury y las corrientes oceánicas



Matthew Fontaine Maury (1806-1873), conocido como el "Padre de la Oceanografía", fue un destacado científico y ferviente creyente en la Biblia. Mientras leía las Escrituras, se encontró con el Salmo 8:8, que menciona:

"Las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar."

Maury interpretó esta referencia como una indicación de la existencia de rutas o corrientes en los océanos. Guiado por esta convicción, emprendió estudios que lo llevaron a descubrir y cartografiar las corrientes oceánicas, revolucionando la navegación marítima de su tiempo.

Conclusión: la sabiduría es un manjar delicioso, pero fácil de digerir


La verdadera sabiduría no es inalcanzable ni compleja. Es profunda, pero accesible; fuerte, pero amable; poderosa, pero sencilla.

En cambio, los hombres volvemos compleja la sabiduría porque intentamos darle vueltas y justificar nuestra falta de comprensión de la vida.

La sabiduría es una fruta de estación, hay procesos complejos como las raices pero visibles como sus flores, notoriedad pero algo de invisibilidad brilla como la zarza ardiente pero es suave como un viento apacible,es amor en la cruz esperando la resurrección, es tiempo y espacio detrás de aquellos que pudieron ver más allá  y escucharon el sígueme.


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