¿Los hábitos son las raíces de nuestros problemas?

Escrito por Rubén Felix Galvano 


En el intrincado día a día de nuestras vidas, los hábitos son posteos diarias que estructuran nuestro andar, con una constancia silenciosa. Al igual que las conversaciones que compartimos  con nuestros prójimos, nuestros hábitos revelan una narrativa propia. En este texto, nos sumergimos en la intersección entre las rutinas cotidianas de como dormimos y veremos la conexión entre nuestras acciones diarias y los anhelos que susurran los mismos. 


Los hábitos del descanso son los que moldean la calidad de nuestro sueño. En cada una de las fases que la componen. cada hábito nocturno influye en la experiencia que llamamos "dormir". Al establecer una constumbre diaria, está afecta las fases del sueño, desde el sueño ligero hasta el profundo. 



Las fases del sueño se dividen principalmente en dos categorías: el sueño REM (Movimiento Rápido de los Ojos) y el sueño No-REM. El sueño No-REM se subdivide a su vez en tres etapas: 


1. Fase 1 (NREM-1): Esta es la transición entre la vigilia y el sueño. Es una fase ligera que dura solo unos minutos. La actividad cerebral disminuye, y es fácil despertarse durante esta etapa.


2. Fase 2 (NREM-2): El cuerpo se prepara para el sueño profundo, con una reducción adicional de la actividad cerebral. En esta fase, se producen las conocidas "ondas del sueño". Aunque aún es una fase relativamente ligera, es más difícil despertarse.



3. Fase 3 (NREM-3):También llamada sueño delta, es la fase de sueño profundo. Aquí es cuando las ondas cerebrales son predominantemente lentas (ondas delta). Durante esta etapa, es más difícil ser despertado, y el cuerpo realiza funciones reparadoras y de crecimiento.



Luego de las fases No-REM, ingresamos a la fase REM, que es crucial para el procesamiento emocional y la consolidación de la memoria. Durante el sueño REM, la actividad cerebral se asemeja a la vigilia, y es cuando ocurren la mayoría de los sueños. Este ciclo se repite varias veces durante la noche, con períodos de sueño REM que se vuelven más largos hacia el final del ciclo.

Existen diversos estímulos, ya sean auditivos como un ruido fuerte, lumínicos como la presencia o ausencia de luz, o táctiles, como que alguien te sacuda o toque, que tienen el potencial de interrumpir tu sueño. Sin embargo, la relación entre estos estímulos y nuestros hábitos de sueño es fundamental. Si cultivas el hábito de dormir con la luz encendida, la luminosidad matutina no perturbará tu descanso. De manera similar, vivir cerca de una estación de tren puede convertirse en un sonido cotidiano que tu mente aprende a ignorar. Asimismo, si desde pequeño duermes acompañado por un perro grande, la presencia constante de otro ser se convierte en parte integrante de tus hábitos nocturnos. En la compleja danza entre estímulos externos y hábitos arraigados, forjamos nuestro propio refugio para el descanso. 



Por lo tanto si nuestros hábitos pueden modificar un impulso básico como el sueño ¿Cuánto más influyen en nuestra vida cotidiana?. 

Cada detalle que absorbemos de nuestra cotidianidad, ya sea a través de nuestra mirada, nuestros oídos o las interacciones sociales que cultivamos, se convierte en el reflejo nuestras vidas.

 Desde las imágenes que contemplamos, hasta las canciones que resuenan en nuestros oídos, las personas que seguimos, a quienes escuchamos, cada experiencia, cada conversación, contribuye a la construcción de lo que somos. Las relaciones sociales que elegimos y nutrimos, actúan como puentes entre nuestras identidades individuales y la sociedad. Todo lo que compone nuestra vida, ya sea tangible o intangible, es un testimonio continuo de quiénes somos en ese momento y de la travesía constante de construcción de quienes somos. Cada elección, cada interacción, es como un píxel que conforma la imagen única de nuestra realidad, revelando realmente quienes somos. 

En algún momento, nuestras luchas y problemas se convierten en el reflejo directo de los hábitos que hemos forjado. Quienes han consumido drogas a menudo se ven enfrentados a problemas relacionados con su uso, de la misma manera que aquellos propensos a la ira experimentan dificultades vinculadas a la gestión de este sentimiento. En consecuencia, nuestras batallas personales a menudo son el producto de nuestras elecciones y comportamientos arraigados. En este sentido, es vital reconocer que nuestras luchas personales, más que simples contingencias externas, son en gran medida autoconstruidas, surgiendo de los cimientos que hemos establecido con nuestros hábitos y decisiones.

Proverbios 23:7 (RVR 2015): "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él".

Gálatas 6:7-8 (RVR 2015): "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna".


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