Nuestra Labor sacerdotal como padres

Escrito por Rubén Felix Galvano 

Nuestra labor sacerdotal como Padres

 






Esta es la tercera vez que intento escribir este texto. La verdad ninguno de los dos anteriores me convenció,  al no reflejar  lo que Dios he trabajado en mi vida.  Por  lo tanto he decidido empezar por la conclusión, todo esté estudio ministerial  termina con esté pasaje del antiguo testamento.

“Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; 2 para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. 3 Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” Deuteronomio 6. 1-9.

Este pasaje nos muestra tres acciones importantes que debemos enseñarles a nuestros hijos:

1.    Lo primero que nos manda Dios es a guardar  sus mandamientos y estatutos, para que los pongamos por obra en la tierra, nos valla bien y nos multipliquemos.

2.    Lo segundo es que por temor a Dios le enseñemos a nuestros hijos y nietos sus mandamientos, para que  nuestras vidas sean prolongadas.

¿Qué es lo que tenemos que enseñar para que esto se cumpla? La tercera acción es amar a nuestro Dios con todo el corazón, toda el alma y todas las fuerzas. Ensenándole a Nuestros hijos de lo que nos libró Dios y adornar nuestras casas con esta palabra.

Este versículo posee una sinergia, una retroalimentación. Enseñar a amar a Dios porque Él nos amó primero, es la clave para poblar la tierra y que nuestra descendencia sea larga.  ¿Cuáles son las consecuencias de no hacerlo?

Los padres tenemos una función sacerdotal con nuestros hijos que debemos cumplir, ya que Dios nos los confía. Sus victorias y fracasos, la mayoría de las veces, es productos de nuestro accionar como discipuladores sobre sus vidas.

En la biblia hay un ejemplo de cómo nuestras acciones como padres pueden ofenden a Dios,  al no querer ver las consecuencias de las mismas terminamos condenando a las generaciones venideras. Esta historia la encontramos en el libro 1° de Samuel y es la vida del sumo sacerdote Eli.

Eli fue sumo sacerdote de Silo y Juez de Israel por 40 años. Bendijo a Ana la madre del profeta Samuel y fue su Maestro. Cuando Samuel escucha la voz de Dios, él lo ayuda a entender lo que sucedía, pero  omitió y no disciplino a sus hijos, ambos unos muy crueles sacerdotes.

 




“Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. 13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, 14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.” 1° de Samuel 12-17 RVA

Eli no solo no disciplino a sus hijos, no oyó las advertencias de Dios con respecto a las acciones de sus hijos,  que ofendían a Jehová menospreciando las ofrendas del pueblo hacia Dios. Esas quejas llegaban a Eli pero en vez de expulsarlos por temor a Dios, fue blando.

 “22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. 25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.” 1° de Samuel 22-25 RVA

Entonces viene la caída. Elí era el sumo sacerdote, el que debía presentar las ofrendas por el pueblo a Dios. Supuestamente la autoridad espiritual máxima en Israel, el debería saber que pecar contra el culto a Jehová, era ofender a Dios. Por lo tanto viene palabra de Dios para advertirle que es lo que sucedería.

“Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. 29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. 32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. 33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. 34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. 35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. 36 Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan. 1° de Samuel 28-36 RVA




Eli nunca pudo ni enseñarles temor de Dios a sus hijos, ni disciplinarlos. Por una falta de temor a Dios, porque aun siendo una autoridad espiritual no lo conocía. Con su displicencia hizo pecar al pueblo, mancilla las ofrendas , no hizo caso de las advertencias, ni tuvo temor de Dios; cuando un profeta anónimo le trajo palabra muy duras.

Como consecuencias la palabra de Dios escaseo en esos tiempos y tuvo que levantar a un profeta, Samuel, que servía en el templo.

“El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. 11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. 12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. 14 Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.” 1° de Samuel 1-14

La suma de todas estas acciones hizo que Eli cayera de la gracia de Dios. Su falta de arrepentimiento, al no poder cambiar su actitud provoco la caída de su casa.

Eli no cumplió con el primer mandamiento de Dios, con la base de lo que un hombre debe hacer en su casa, al ser un sumo sacerdote, su pecado fue mucho más grave. Eli fracasó, como padre, en su ministerio, como miembro de la grey, como hijo de Dios.

¿Cuántas familias enteras he visto perderse completas? ¿Cuántos padres han llorado a sus hijos al verlos lejos del señor? Porqué, pues justamente por repetir los errores de Eli. Y no cumplir con el mandamiento base de Dios.

El amor se enseña amando, la obediencia siendo obedientes y la palabra enseñándola con el ejemplo. ¿Tus hijos oran? ¿Tú oras con tus hijos? ¿Tus hijos leen la palabra? ¿Lees la palabra con tus hijos? ¿Tus hijos desobedecen? ¿ tú eres obediente con tus mayores? . Nuestro triunfo o fracasó como padres se ven no en lo que intentamos, sino en lo que logramos. Dios te dio a tus hijos para que los eduques en el reino, con amor, disciplina, fe, oración, dones y sobre toda las cosas con tu ejemplo.

A continuación les dejo dos consejos para que reflexionen sobre su labor como padres.

 

“La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” Proverbios 29:15

 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” Proverbios 13:24”

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